Soporto muy mal las mentiras y eso lo sabe quien estaba a mi lado cuando colgué el teléfono con un golpe, y soltando una lista de juramentos. Creo que me acordé de todos sus familiares. Resulta que llama para decir que tiene una reserva para el día siguiente a nombre de Arnaez, con acento árabe y en castellano, pero compruebo que no aparece en el ordenador. Se lo digo pero continúa diciendo que sí, que tiene el vuelo de avión para el día siguiente. Le digo que me repita el día y me deletree el apellido por si acaso, pero nada, no está. El hombre no para de hablar indignado, haber qué hago, si mañana viajo, como resolvemos esto, porque claro, el hotel está completo en estas fechas...Entonces caigo, este ejemplar quiere engañarme y me está presionando. Reprimo mi instinto de coger la escopeta y cartuchos y esperarle en el aeropuerto...y de decirle cualquier barbaridad, me pongo rojo, se me llena el coco de nubarrones, pero le indico, con mi mejor voz y amabilidad que no existe esa reserva. Después de un tira y afloja y recalcarle que esa reserva no existe y que el hotel está completo, se retira con cuatro palabras apresuradamente diciendo que llamará a otro hotel.
Al colgar el teléfono, quien estaba cerca de mí me ha mirado con la boca abierta escuchando las barbaridades que he estado soltando.
Es increíble las tretas que inventan para conseguir una habitación en un hotel, cuando saben que no hay una cama disponible en toda la ciudad. Me imagino que habrá llamado a todos los hoteles, hasta que en alguno , una becaria inesperta le ha reservado ante la duda...