En el que se cuenta como el recepcionista del hotel oye, primero, el motor de un coche detenerse en la entrada, segundo, el trajín de alguien sacando maletas del maletero, tercero, el inconfundible ruido del roce de varias ruedas, presumiblemente de maletas, contra el suelo embaldosado del hotel, y como dicho recepcionista mira de reojo al ordenador con los ojos muy abiertos, después hacia la puerta de entrada, después de nuevo al monitor para poner tensos todos los ligamentos de su escuálido, pero fibroso cuerpo, porque se avecina una discusión morrocotuda ya que dicho monitor tiene una esquinita con una anotación que básicamente quiere decir que el hotel está lleno y...