Esta es una historia que tiene que darse a la fuerza en un Hotel por el que discurren los días y las gentes con sus vidas privadas a su espalda...me explico.
Llaman por teléfono para preguntar por la señora A.
El recepcionista le indica que está alojada en el Hotel pero que no se encuentra en esos momentos en la habitación y si quiere dejarle un mensaje.
Le dice que sí y el recepcionista lo anota.
Después del cambio de turno en Recepción, vuelve la señora A. acompañada del señor B. Se le entrega la nota de la llamada telefónica y B. se indigna diciendo que como es posible que este señor de la nota sepa que están aquí alojados y que no quiere que a su nombre o al de la señora A. se indique que están alojados, ni que se les pase llamada alguna...no existen, dice B.
Vuelve a llamar el señor del teléfono para que le pasen con la señora A. pero el recepcionista le dice que no está alojado.
Perplejo, le contesta que como es posible si ha llamado antes y si estaba alojada. Se identifica como el marido de A.
El recepcionista, más perplejo, y sabiendo que A. está con B. en la habitación le dice que su trabajo exige discrección y, por lo tanto, no puede pasar esa llamada, ya que son clientes del Hotel.
El marido de A., cada vez más cabreado, exige que se le pase, que es su marido con todo lo que ello significa, y que lo haga inmediatamente, que lo comprenda, etc. etc.
El recepcionista quiere que se le trague la tierra y, como está entre la espada y la pared, y tiene que defender al cliente, aunque no tenga la razón, le dice que le comprenda él a él, etc.etc.
Después de la conversación, el recepcionista se levanta y tranquilamente se toma un café como si nada y atiende otra llamada de teléfono de otro cliente como si nada.
Esto ha pasado esta semana y creo que todos los hoteles tienen historias de este tipo. Historias de la vida íntima de algunas personas, e historias de gente de aquí y de allí que pasa, se queda un día, dos y se va. Deseo suerte a esta persona que llamó a su esposa sabiendo que estaba con otro.