Cuando alguien entra en el Hotel para alojarse, después de haber llamado por teléfono (con acento Mexicano--Hey, Artec) y hacer la reserva, llega hasta el mostrador de recepción con cara de cansado arrastrando lo que parece un baúl de esos antiguos, dice que se llama Juan Arturo Martínez, mira a su acompañante femenina y oye decir al recepcionsta amablemente si le deja por favor el pasaporte y le contesta ¿Para qué?, estoy seguro que ese recepcionista se quedará unos segundos petrificado sin mover un músculo, decidiendo en décimas de segundo si coger la escopeta y liarse a tiros o dejar el bolígrafo a un lado, quitarse la chaqueta, deshacerse de la corbata e ir tranquilamente hacia la puerta de salida del Hotel dirección a su domicilio murmurando algo incomprensible sobre el género humano...