-Luego vendrá alguien a recoger este paraguas. Me lo ha dejado un familiar, ¡cómo llueve¡.
-No se preocupe que se lo guardamos aquí.
Es un ridículo paraguas destartalado, con varillas colgando y chorreando agua. Lo cojo con dos dedos por el mango y me giro para dejarlo en una esquina.
Es justo en ese momento cuando me ve la señora de la limpieza, y dejando a un lado su fregona y con los ojos saltones me lanza una ráfaga de palabras en un tono, no se, como de aficionado al fútbol y me mira a la vez que con el dedo indice tieso me señala un charco de agua en el suelo.
Todo el mundo nos mira, así que cojo su fregona que está al otro lado del hall y paso repetidamente los flecos por el suelo mojado.
Cuando ha pasado un buen rato y no hay nadie en el hall, aprovecho para llamar a la señora de la limpieza a un aparte y le digo:
-María, no aguanto más. ¿Cuando va a terminar ésto? Aquel día que me pillaste espiando por la puerta de aquella sueca de la 405 fué hace mucho y creo que ya es hora de que terminemos con este teatro de mierda.
-Ya, ya. Tu di lo que quieras, pero esto seguirá un poco más. ¿qué sientes cuando alguien te reprende delante de los demás? ¿Eh? Así llevo yo muchos años ya, soportando todo tipo de broncas porque soy la última del escalofón y estoy harta.
Pasaron varios meses, y menuda sorpresa me llevé cuando vi paseando a María por una calle estrecha del pueblo aquel, cogida de la mano de un cliente habitual, que venía casi todas las semanas al Hotel.
"Aquí termina mi calvario" pensé...Aunque según el informe de reservas, el mes que viene se presenta el equipo femenino de hockey sobre hielo Sueco...