Desde luego, según con qué estrella nos hayamos levantado y según con qué humor estemos los que trabajamos al público, el que lo paga, sea para bien o para mal es el cliente.
Última prueba:
A un matrimonio con su hija de 12 años le ha tocado una cama supletoria, seguramente la más cochambrosa de toda la cadena hotelera....una tabla del somier rota, los muelles del colchón como escarpias afiladas que harían daño hasta a un fakir...en fin, que me han pillado de buen humor y en vez de cambiarles la supletoria les he dado una suite, así, por el morro, con un par...y encima les dejo la otra habitación para que no tengan que mover todo el equipaje...

Me doy miedo el día que esté de mal humor y alguien se acerque a decirme que no hay luz en la habitación...